Afrontando el suspenso II: Desmontando errores...

Pensar que todo el esfuerzo y el tiempo invertido no ha servido para nada es el Primer error, un gran error que a menudo nos deja hechos polvo. Porque pensamos que nuestro esfuerzo ha sido en vano y nos sentimos frustrados.

Ese sentimiento puede ser adaptativo al principio porque nos ayuda a buscar dentro de nosotros mismos lo que podríamos haber hecho y no hicimos, lo que hicimos mal y lo que hicimos bien. Tras esta breve introspección debemos seguir adelante y plantearnos de verdad si fue una pérdida de tiempo, si de verdad todo lo que hemos hecho ha sido inútil. 

¿Hemos olvidado lo que estudiamos? ¿Hemos perdido el ritmo y la constancia que logramos conseguir día tras día? Ha sido algo durísimo que finalmente hemos conseguido: estudiar día a dia, mantenerse con el ánimo suficiente para seguir, eso no es un fracaso, es un gran logro. Además hemos aprendido muchas cosas de nosotros mismos mientras estudiamos, como por ejemplo cuáles son nuestros mejores momentos, cuándo estamos más concentrados, cuándo tenemos que parar porque nos lo pide el cuerpo. Sabemos dónde están nuestros límites, la cantidad de horas seguidas que aguantamos, el descanso que necesitamos...

Conocerse a uno mismo y saber qué necesita en cada momento y cómo es algo importantísimo incluso cuando se estudia, la práctica lo es todo y pocas cosas se consiguen a la primera y sin esfuerzo. Hay que seguir practicando, LO CONSEGUIREMOS!
No debemos infravalorar ese esfuerzo, quizá no haya servido para alcanzar nuestros objetivos iniciales, pero es esencial para saber el modo de continuar.

La presión es el Segundo error, que nos puede llevar a una situación de estrés constante, ni que decir tiene que afecta al rendimiento. 
Por un lado está la presión externa de amigos, familiares, pareja. Consideramos que ellos tienen puestas muy altas expectativas en nosotros y si no lo conseguimos se sentiran defraudados, ¡¿por qué?! ¿No es más fácil pensar, y más realista, que ellos comprenden lo importante que es para nosotros e intentan animarnos de la mejor manera que saben?: diciéndonos que lo conseguiremos, que ellos lo saben, están seguros y creen en nosotros. ¿Es lógico no?

Por otro lado está nuestra propia presión, por lo general, la peor de todos. Somos más duros con nosotros mismos de lo que lo son los demás, nos exigimos más, nunca estamos satisfechos, en definitiva, nos presionamos más... Cada uno tiene sus propios razones para querer sacar la plaza lo antes posible, tal vez pensemos que se nos está haciendo tarde por alguna u otra razón, vemos que se nos escapa el tiempo. Quizá pensemos que no sacarlo a la primera, a la segunda, a la tercera, (las veces que sean) nos hace inferiores a otros o sintamos que valemos menos o no valemos... 
En la mayoría de las ocasiones son esos pensamientos los que nos impiden avanzar, hay que cortarlos, estamos tan centrados en esas razones que no nos damos cuenta de que son obstáculos que nos vamos colocando en el camino. Debemos despejarlo, quitar esos pensamientos de nuestra cabeza, esos obstáculos del camino porque será la única manera de avanzar...

La comparación, el Tercer error y un gran estigma. Desde que somos niños nos han comparado con otros, lo que pasa cuando crecemos es que tomamos a otros como referencia, sabemos si tenemos éxito o fracasamos dependiendo de cómo nos veamos respecto a otras personas. 
Todo esto tiene unos efectos negativos sobre uno mismo, merman nuestras energías, destruyen nuestra autoestima, no nos dejan alternativa, nos estancan siempre en el mismo lugar.

La mayoría de las veces comparamos resultados sin tener en cuenta los medios, las circunstancias que hay en nosotros o en las otras personas.
¿Sabemos algo de la gente con quien nos comparamos? ¿Sabemos si su forma de estudiar o técnicas de estudio son mejores que las nuestras? ¿Sabemos si su estudio es más eficiente? Tal vez sepa estudiar mejor que nosotros, o disponga de mejor material o más recursos, quizá se trate del tiempo y tenga más que nosotros o menos ocupaciones o preocupaciones. Puede ser que esté menos estresado y esté bien consigo mismo, o que sepa la manera de mantenerse motivado, o que se cuide y mantenga su autoestima alta...

No sabemos nada de eso, no podemos asegurar que en cuanto a todas esas cosas estemos igual o a nivel superior de esa persona. Por tanto esa comparación NO ES JUSTA, no es objetiva, ni funcional, nos desarma y debilita, nos produce estrés, nos desanima y nos baja la autoestima. ¿Es esa la mejor manera de conseguir lo que queremos? Somos nosotros mismos los que podemos hundirnos o elevarnos a lo más alto en cuestión de segundos...

La mejor comparación posible es con uno mismo, ver nuestros cambios y avances respecto a la convocatoria anterior, observar cómo cada vez nos cuesta menos ponernos a estudiar o nos cunde más el tiempo. Notar como el cansancio tarda más en aparecer y nuestro cuerpo y mente se adaptan mejor a las jorandas de estudio. Somos más rápidos leyendo, estudiando, subrayando, haciendo esquemas o captamos más rápido los conceptos y llegamos más rápido a lo importante o lo esencial.
Debemos compararnos con nosotros mismo y hacer conscientes nuestros avances, nuestros pequeños grandes logros, nos hará sentir mejor y veremos que avanzamos.

Continuará...

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